¿Se imaginan a un violinista que acudiese a un concierto sin su instrumento en ristre? ¿O a un piloto de Fórmula 1 esperando en la parrilla de salida a que aparezca su coche? Circunstancias similares, que parecen increíbles, se producen cada semana en los torneos de golf. Parece mentira que un deporte tan profesionalizado y mueve tanto dinero esté al albur del tráfico aéreo. Los jugadores rezan por tener sus palos a tiempo. No parece lógico que una herramienta de trabajo de tanta precisión (los palos están hechos a medida y los golfistas están perfectamente adaptados a ellos) tenga que viajar por todo el mundo como si de una vulgar maleta se tratara. «Me los han extraviado muchas veces -comenta Chema Olazábal- y suelen aparecer, pero una vez me los perdieron del todo. Fue en un viaje entre Suecia e Inglaterra hace años... y todavía los estoy esperando». El problema no es sólo el valor del equipo (ronda los 3.000 euros) sino que está personalizado al máximo detalle y los jugadores lo tienen calibrado como si de instrumental quirúrgico se tratara. Tanto es así, que Ian Poulter prefirió no jugar el año pasado en Hong Kong antes que hacerlo con otro juego. «A mí me los perdieron este año en Dubai, me prestaron unos similares y jugué el peor torneo de la temporada» reconoce el barcelonés Álvaro Velasco. En la mayoría de los torneos hay camiones de las marcas comerciales en los que los golfistas pueden ajustar distintos tipos de varillas y cabezas, pero nunca es igual. Henrik Stenson prefirió no utilizar el «driver» después de que se lo robaran en China y se tiró varios torneos jugando con la madera 3 hasta que dio de nuevo con el ideal. Otros, cuando no tienen útiles apropiados a mano, juegan con lo que pueden. Itziar Elguezábal, en un torneo en Noruega, tuvo que adaptarse a los que le prestó una señora que le sacaba dos cabezas. «Se conoce que allí no hay chicas bajitas como yo y me sobraban palos por todas partes; era cómico» reconoce la bilbaína con buen humor. Afortunadamente, no todos lo que han sufrido un extravío han tenido experiencias tan negativas. Alfredo García Heredia, sin ir más lejos, firmó 66 golpes en Sudáfrica con unos hierros cedidos y terminó segundo la primera jornada. Una buena solución es la del Circuito Femenino, donde llevan los palos en furgoneta de un lugar a otro. Aunque la mejor opción, para quien se la pueda permitir, es el avión privado. «No tienes que esperar colas, llegas diez minutos antes y no te pierden los palos ni las maletas. Es un salto de calidad impresionante». Palabra de Sergio García. Desesperación de los amateurs No sólo los profesionales sufren a causa del transporte de sus palos. Los jugadores aficionados también saben lo que es verse maltratados por los medios de transporte. Es más que habitual la pérdida de los bultos en los aeropuertos de destino, pero lo que les sabe peor es que la mayoría de las compañías cobren hasta 50 euros por cargar con los equipos. Y sin la seguridad de que les vayan a llegar en perfecto estado. Las perdidas o deterioro no están cubiertas por el seguro.
Fuente: ABC.es - MIGUEL ÁNGEL BARBERO
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